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lunes, 4 de julio de 2011

MI REIKI:

(Primera Parte)

Desde muy pequeña tuve la clara convicción de que todo este mundo tal y como lo vemos y experimentamos no era todo lo que existía, tenía la certeza de que había algo más…
Una vivencia muy particular estaba siempre presente conmigo, algo así como un “recuerdo” desde antes de encarnar o de nacer una voz muy dulce que me hablaba de que debía permanecer en este plano y que era necesario vivir determinadas cosas para “cumplir mi misión”.  Lo mío siempre fue sentir, todo lo sentía como algo muy cálido y dulce o como un gran golpe de puño entre mi corazón y mi plexo.

Cuando no tenía 2 años cumplidos me caí en la bomba de agua de la casa de mi abuela cabeza abajo. En pleno invierno estuve así por bastante rato. Allí otra vez apareció la dulce voz, que me daba un dulce reto como esos que da una madre amorosa a un niño pequeño y me decía que todavía no podía regresar, no hasta cumplir mi misión. Todavía debía quedarme acá en este plano, y al parecer, así me manifestaba, mi piel reaccionaba mal ante determinadas telas sintéticas, vivía con mis vías respiratorias congestionadas, siempre  con problemas de esa índole, los ruidos me ponían mal, incluso los de aquellas personas que tenían esa forma de hablar simplemente. Es como que todo en este plano me resultaba hostil de alguna manera, todo me era demasíado rudo…

Sabía con gran certeza si alguien estaba bien o mal, triste, enojado, si era una persona pura, clara… o todo lo contrario, simplemente lo sentía. Alguna vez cuando muy pequeña veía angeles, aunque lo mío siempre fue más sentir que ver…
Cuando quise compartir algunas de estas cosas que me pasaban, eran tomadas como inventos de una niña tímida con un gran mundo interior. Sí, era bastante tímida, como un pajarito asustado. Pero no se porque, era muy buscada por mis pares.

Como no era  tomada en serio en mis vivencias, sumado a que me tocó ver gente muy allegada sufrir desde muy chiquita me refugié firmemente en la espiritualidad, criada en una familia católica, bastante practicante me aferré a esa forma de espiritualidad con todas mis fuerzas. Pero la inquietud, esa tremenda fuerza de ir en busca de “esa verdad” que estaba más allá de todo esto, que llamamos vida me seguía acompañando. Así es como me transformé en una suerte de peregrina por los caminos de la espiritualidad, una eterna buscadora..
 Un día llegó un libro de Metafísica de Conny Mendez a mi vida, y allí me di cuenta de que lo que buscaba había estado en mi todo el tiempo y fue el estímulo necesario para seguir indagando más y más en esa filosofía. Era leer el libro y sentir  casi con euforía que cada palabra había sido escrita para mí, que esa era mi manera de ver la vida, de pensarla, de sentirla   y de actuarla.

Desde muy chiquita recuerdo que mi mamá decía que cuando le ponía las manos en la cabeza se le pasaba su dolor, tal es así que casi como un juego , era una asidua práctica.
Un día , vi en la TV a Claudio Marquez con su programa de Reiki y me atrajo sobre manera, pero eran tiempos en donde me había “adaptado  a la gente normal” jajaaj y mi vida transcurría entre las vivencias de cualquier adolescente.

Luego, nuevamente los hechos de la vida, el crecer, el no haber olvidado del todo a esa niña, que veía angeles y hablaba con Jesús en sueños, todo eso junto me hizo primero querer ayudarme, trascender las experiencias amargas y como las cosas no pasan NUNCA  por casualidad cuando fue el momento me acerqué a Reiki, para apliclarlo en principo, solo para mí (no había pasado por mi cabeza en ese momento ser Terapeuta en Reiki). En ese momento era una cantante, que había dejado la profesión de Locutora de lado para dedicarse a ser madre, y se estaba planteando volver…

Reiki llegó a mi vida de la mano de un gran Maestro, un ser ampliamente generoso que  ama profundamente el Reiki y contagia con su entusiasmo por el mismo, Sebastián Gonzalez Dogliotti, de quien aprendí que Reiki es muchísimo más que un sistema de armonización,es una Filosofía de Vida en armonía con todos y todo lo que nos rodea.
Reiki es el abrazo cálido y amoroso de una madre, velando siempre por nosotros…

Namasté,
Marisela

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