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sábado, 18 de febrero de 2012

LA VICTIMA: UN ATAJO PARA ZAFAR


No importa de dónde seas, en que país te encuentres, seguro que conoces al menos a una víctima…
La víctima anda por ahí llorando las frustraciones de su vida, de las cuales NUNCA es responsable, para la víctima siempre existe alguien a quien cargar con sus conflictos, para la víctima siempre existe al menos, una persona en su vida que desea hacerle daño. La víctima no es feliz y como no se atreve a hacer una real revisión de su vida y de sus actitudes necesita insoslayablemente un victimario.

Humildemente creo que esto comienza, casi como un juego en  nuestra más tierna infancia…
La típica situación en donde el nene no vio la mesa ratona y se golpeó y la mamá le enseña a decir: “mesa mala, por qué lo golpeas al nene”.

El nene o la nena van creciendo y este juego sigue durante su primer y segundo septenio traducido en el adolescente que le dice a la madre: “lo que pasa es que la de matemáticas la tiene conmigo”. Una vez que el “virus” de la víctima ingresó a nuestro sistema, cuesta mucho trabajo sacarlo ya que la víctima me permite no revisar mis actitudes, no hacerme responsable, no hacerme cargo…

Para la víctima una relación de pareja termina porque el otro la jodió, estaba todo de perlas, ella no tuvo nada que ver…Simplemente, un día la otra persona se levantó con ganas de joderle la vida. Ella no tuvo nada que ver, la pareja no era de a dos, no se desgastó por una responsabilidad compartida. De esta manera la víctima, se ahorra el tener que andar haciendo balances en su vida. Pero de esta manera, a su vez se convierte en víctima de sí misma ya que la víctima nunca se revisa a sí misma pero tampoco es feliz.

¿Cómo puedo ser feliz rodeada de gente que quiere hacerme daño?
La víctima, nunca está plena, siempre existe algo o alguien que le quiere hacer daño, la víctima siempre posterga: “cuando los chicos crezcan, cuando consiga un mejor empleo, etc.”.

Pero la víctima de esta manera, en realidad lo que hace es preparar el terreno de excusas, así después podrá decir que no hizo esto o aquello, porque tenía que criar a los chicos, o porque su trabajo se lo impedía, etc…

En definitiva, la víctima tiene terror de madurar, de crecer, de hacerse cargo, de hacerse responsable de su vida. Se trata de eso, de ser responsables ante nosotros mismos, tomar las decisiones y asumir las consecuencias. Si obramos correctamente, tendremos las buenas consecuencias y si nos equivocamos, tendremos las consecuencias necesarias para aprender de ello humildemente y sin agachar la cabeza de vergüenza,  ya que si nosotros sentíamos hacer “eso”, que hicimos y con lo que tal vez nos equivocamos hubiese sido en vano no hacerlo, ese deseo hubiese quedado trunco, frustrado y no hubiésemos aprendido nada.

Por eso, aprendamos a detectar cuando se quiere apoderar de nosotros el virus de “la víctima” y apartémoslo de nuestra vida con una actitud de responsabilidad hacia nosotros mismos, tomando las riendas de nuestras vidas porque este mundo es una gran escuela y para aprender voy a tener que transitarla haciéndome cargo de mis acciones, viviendo a pleno la Ley de Causa y Efecto, que está muy lejos de ser un Tribunal, es más bien un medio de aprendizaje…


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