Vivimos buscando... y no es que esté mal, buscamos respuestas, buscamos maneras de vivir mejor, buscamos ser más felices ; y en esa búsqueda transitamos caminos diversos.
Leemos extasiados a los grandes maestros , admiramos a oriente y su milenaria sabiduría, y tanto más...
Mientras tanto, al no hacer un alto, tal vez no nos damos cuenta de cuanto ya está aquí, cuanta sabiduría nos rodea todo el tiempo, desde lo cotidiano: la forma de ver y vivir la vida de nuestros hijos, pequeños grandes maestros que nos muestran todo el tiempo una manera de vivir mejor, nos recuerdan: la capacidad de sorpresa, el perdón que sale fácil y sin complicaciones, la sonrisa más genuina y luminosa que brota espontánea luego del más copioso llanto, la pureza que se manifiesta en ellos a cada segundo.
El gato se pasea delante de nuestras narices dándonos lecciones magistrales sobre vivir más lento (sin haber leído nada sobre cultura slow), sobre el amor sin apegos, su grado admirable de atención a todo lo que sucede, ellos sí que están plenamente en el ahora...
Mientras tanto, no registramos nuestro cuerpo más que para quejarnos...
Buscar no es malo, para nada, pero es necesario y beneficioso hacer cada tanto un alto en nuestra búsqueda y mirar cuanta maravilla nos rodea, cuantas señales, cuantos pequeños grandes maestros camuflados de seres comunes, están ahí todo el tiempo.
Cuanta oportunidad de captar lo que le sucede a nuestras emociones, a nuestro cuerpo, se nos escurre como agua entre los dedos, mientras seguimos buscando la grandeza que siempre estuvo a unos pocos centímetros, hacia nuestro interior. La salida, es hacia adentro, mantenete atento, aquí y ahora...
