Nuestro CI (coeficiente intelectual) nos permite medir las habilidades cognitivas de una persona, el mismo se hereda genéticamente, se desarrolla en la infancia, no cambia después de la adolescencia y no es algo que pueda ser aprendido. No podemos negar que tiene su importancia, por supuesto, pero es la Inteligencia Emocional ó CE (coeficiente emocional) el que juega un papel fundamental en el desarrollo de una vida plena y exitosa.
La Inteligencia Emocional no es determinada por la genética, se desarrolla en la infancia, pero puede seguir cultivándose y desarrollándose a lo largo de toda nuestra vida.
Podríamos decir que la Inteligencia Emocional es:
La capacidad de ser conscientes, sentir, entender, gestionar y modificar estados anímicos propios y ajenos
Trabajar en el desarrollo de nuestra Inteligencia Emocional nos otorga habilidades para el manejo de conflictos , lo que implica la capacidad para negociar y resolver desacuerdos.
Esto implica el poder manejar con diplomacia las personas y situaciones difíciles, detectar los conflictos en estado potencial, poner en marcha soluciones que sean beneficiosas para todas las partes involucradas, desarrollar una escucha activa y abierta.
Otros de los beneficios que trae a nuestra vida la IE, es el desarrollo del liderazgo: inspirar y motivar en pos de una visión una misión compartida, orientar el desempeño y el desarrollo de otros haciendo que los mismos asuman sus responsabilidades, poniéndose a la vanguardia de ser necesario, y predicar con el ejemplo.
Podemos nombrar también como otra importante ventaja ser un Impulsor de cambios, manejando e incluso iniciando los cambios necesarios. Sobre todo en tiempos tan vertiginosos, donde más que nunca vemos que lo único permanente es el cambio, ésta es una cualidad muy importante: reconocer cuando es necesario un cambio, desafiar el status quo en beneficio del desarrollo ya sea personal, o de una organización, retirando así los obstáculos que imposibilitan el crecimiento y el desarrollo.
Al desarrollar nuestra Inteligencia Emocional nuestras relaciones mejoran, nuestra calidad de vida mejora, desarrollamos de manera óptima nuestra autonomía, activamos y desarrollamos una actitud mental positiva, aumenta nuestra eficacia y nuestra eficiencia, nuestro liderazgo se ve reforzado, los procesos de cambio mejoran, se agilizan, nuestra comunicación interpersonal e intrapersonal mejora y un sinnúmero de cuestiones que se ven beneficiadas como la manera de educar a nuestros hijos, nuestra rentabilidad, y las relaciones familiares.
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